Durante los últimos años, España asiste a un vigoroso rearme simbólico de su nacionalismo. Pablo Batalla acuña una metáfora religiosa para referirse a las vertientes de dicho resurgimiento: el nacionalismo español es presentado acá como una religión laica cuya expansión se alimenta de la «triple fertilidad» que cualquier credo necesita para volverse exitoso; fertilidad teológica, catequética y misional. Hace prosélitos alumbrando desde tratados filosóficos (como la apologética hispanista de Gustavo Bueno y sus discípulos) hasta lemas y cánticos procedentes del deporte («soy español, ¿a qué quieres que te gane?»), pero que contienen y pregonan en su simplicidad el mismo mensaje sobre la excepcionalidad hispana, pasando por los cuadros de temática militar de Augusto Ferrer-Dalmau, las novelas históricas de Álber Vázquez o Isabel San Sebastián o la eclosión de la veneración al marino dieciochesco Blas de Lezo. Batalla parte del gol de Iniesta que dio la victoria a la selección española de fútbol en la final del Mundial de Fútbol de 2010 para
inventariar un conjunto variopinto de manifestaciones culturales de la ideanacionalista española, que incluye las citadas y otras de apariencia más banal, pero no menos eficaces como herramientas de construcción nacional, como los anuncios televisivos de la chacinera Campofrío, las tiendas de merchandising de los Tercios de Flandes, el auge de la recreación histórica o teleseries como El Ministerio del Tiempo o Isabel. Se pasa revista asimismo a la explosión de ventas de la enseña rojigualda, la proliferación de juras de bandera o la celebración de rituales de afirmación patriótica en la plaza de Colón de Madrid. Y todo ello se entrevera de largos apuntes comparativos y contextualizadores sobre otros nacionalismos del mundo y de la propia España y otros momentos de la historia del nacionalismo español, con la ambición máxima de constituir, en conjunto, un libro sobre el fenómeno nacionalista y la construcción nacional en general.