Hay luz y gracia en el simple hecho de existir, sin importarnos el trabajo, los sentimientos o el compromiso político de cualquier tipo. Y es precisamente sobre lo que he querido escribir, sobre las pequeñas cosas extra que nos concede la vida: la sal de la vida, dice Françoise Héritier. ¿Qué son exactamente esas pequeñas y agradables cosas a las que aspiramos? Vacaciones, música, lectura, cuidar el jardín, los amigos. Todo esto, por supuesto, pero también los pequeños placeres dervidados de las preguntas que nos hacemos, de los pequeños contratiempos: reír a carcajadas, comer ostras en la orilla del mar, sentarse frente a un fuego, haber ido a Machu Picchu, ver una película antigua, sonreír con amor ante una fotografía de la abuela, tener los ojos más grandes que la tripa, la gracia de Audrey Hepburn, estirar un clip, hacer mayonesa, ir a un concierto de un clásico...Françoise Héritier nos ofrece su propia lista de momentos, de los recuerdos que dan a la vida su sabor, lo que la hace más rica y más interesante de lo que jamáspensaríamos y que nadie nos puede arrebatar.¿Cómo convertir cada episodio de nuestra vida en un tesoro de belleza y gracia que seguirá creciendo cada día para proporcionarnos fuerza y apoyo?Se trata de un manifiesto por la felicidad, que tuvo origen en una postal que el verano pasado ella recibió de un amigo suyo doctor que decía que estaba disfrutando en Escocia de una semana robada de vacaciones. A ella le sorprendió el uso de la palabra robada y empezó a reflexionar sobre el hecho de que el tiempo que robamos al trabajo y a las obligaciones es en realidad la verdadera vida. Su respuesta al amigo es una larga lista de todas esas pequeñas cosas que hacen nuestra vida mejor, la sal de la vida. Es su lista, obviamente muy personal pero divertida y emocionante, a la vez que una invitación al lector a escribir su propia lista basada en su historia, su carácter, su cultura...
¿Dónde se encuentra la sal de la vida? Un caluroso día del verano de 2011 Françoise Héritier, una reconocida antropóloga francesa de 80 años, recibió la postal de un amigo que estaba disfrutando de una agradable semana "robada" de vacaciones en Escocia. Esta nueva formulación le hizo reflexionar y llegar a la conclusión de que en realidad ese tiempo que robamos al trabajo y a nuestras obligaciones diarias es la propia vida. Sorprendida de su hallazgo decidió contestar a su amigo en forma de carta y explicarle que en todos esos momentos de asueto se encuentra la felicidad, la verdadera "sal de la vida". Vacaciones, música, lectura, cuidar el jardín, los amigos, reír a carcajadas, comer ostras en la orilla del mar, ver una película antigua, estirar un clip, hacer mayonesa, ir a un concierto# ¿Qué son exactamente esas pequeñas y agradables cosas a las que aspiramos? Françoise Héritier construye en La sal de la vida un discurso enumerativo de momentos felices que trascienden las fronteras de la experiencia individual y que dibujan un universo alternativo a la crisis, al paro y al pesimismo. Una sucesión de palabras esperanzadoras que motivan nuestro viaje, nos invitan a la reflexión y nos revelan que la vida no es la suma de los monstruos que nos atenazan sino el disfrute de los pequeños instantes, los gestos sencillos que nos universalizan y en los que se encuentra el sentido de nuestra existencia. Una nueva energía recorre Europa y en ella la sabiduría de la felicidad se convierte en el baluarte de una nueva esperanza para todos aquellos que ansían ver el mundo con otros ojos. www.librosaguilar.com