Durante los acontecimientos que tenían lugar en París en los famosos días de Mayo del 68, Carlos León se encontraba prestando el llamado servicio militar obligatorio. Tenía veinte años y acababa de tomar la primera decisión importante de su vida: abandonar los estudios de Medicina, que había comenzado a cursar en la Universidad de Valladolid, para entregarse a su recién descubierta vocación de pintor.
En otoño de 1972 el joven artista marchó a París. El día de su llegada a la capital francesa, la visita a la exposición de Barnett Newman que tenía lugar entonces en el Grand Palais, constituyó para él un auténtico hapax llamado a orientar su incipiente trayectoria de modo determinante.
Desde entonces no ha dejado nunca de pintar ni, a veces, de escribir.