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14 NOV

“El mal no entiende de bandos, pero sí entiende de guerras”

El comunicador Pedro Villanueva acudió al espacio cultural de la librería La Pilarica a presentar su nuevo libro “El Festival de la Cosecha”, una novela que narra la matanza que orquestaron los nazis en el campo de concentración de Majdanek (Polonia)
“El mal no entiende de bandos, pero sí entiende de guerras”

El 3 de noviembre de 1943 el pueblo de Polonia vivió uno de los días más tristes de su historia cuando los nazis ejecutaron a 18.000 civiles en el campo de concentración de Majdanek (situado a cuatro kilómetros de la ciudad de Lublin), la mayor matanza que llevaron a cabo en un solo día durante la Segunda Guerra Mundial. El politólogo y comunicador Pedro Villanueva nos cuenta todo lo acontecido en aquel campo y en la Polonia ocupada en el libro “El Festival de la Cosecha” (Comodín Ediciones). Una novela basada en hechos reales y que detalla con exactitud los terribles comportamientos de los nazis, en la que también podemos encontrar la historia de un asturiano que se acaba convirtiendo en la mano derecha de un oficial de las SS.

- Anteriormente publicaste un ensayo y dos libros de literatura juvenil, ahora hablas de la Segunda Guerra Mundial, un cambio muy drástico…

Fue un cambio total. También hice artículos de prensa, trabajos académicos, publicaciones en universidades… tenía muchas ganas de sacar una novela y estoy encantado, ya va por su tercera edición. Me considero un autor humilde, no un escritor. Un escritor es aquel que vive de ello, que vive de esa profesión.

- ¿De dónde surge la idea para hacer este libro?

Quería hablar de una poetisa gallega, de Sofía Casanova, de la que tengo mucho material. Pero de repente, casualidades de la vida, me habla una amiga sobre una familia polaca que vive en Ponferrada, con raíces asturianas… me puse en contacto con ellos y al ver la vida de esta gente tuve que escribir la novela. La primera parte tiene la esencia de Sofía Casanova, pero al final conté la historia de la familia polaca, de este asturiano que termina siendo minero pudiendo vivir como un marqués.

- ¿Cómo fue todo el proceso de documentación?

Fue muy laborioso porque la familia lo que te da son trazos, luego hay que ir al archivo… tuve que documentarme mucho hasta llegar a esa matanza famosa que es el Erntefest. Es un tema muy duro y piensas en qué necesidad tiene uno de sufrir escribiendo sobre esto, pero luego cuando te llaman familias de Polonia y te dan las gracias por contar las historias que les contaban sus abuelos pues es lo que te hace ver que vas por el buen camino. Tardé cuatro años en sacar toda la información, los más intensos los dos últimos.

- Estuviste en el campo de concentración de Majdanek, ¿qué se siente al estar allí?

Fue una experiencia. Es muy diferente a España, te abren todas las puertas, aquí aún tenemos muchos tabús, hay muchas cosas censuradas… Me pude reunir con gente que vivió aquello, que eran niños con tres y cinco años. El mayor era Badio que tenía doce años, escuchando su experiencia cambias como persona, ya no vuelves a ser el mismo. Aún queda mucho por hablar sobre este tema.

- Los nazis hacían cosas inhumanas, terribles…

Hay diferencias, los de arriba se movían por temas económicos e ideológicos… muchas veces pensamos en el nazismo, la izquierda radical o la derecha radical, al final siempre hay un componente económico detrás, quieren conseguir algo. Los nazis, con el tema de la cuestión judía, fue un tema económico. Los que estaban abajo, gente muy moldeable, se meten en la rueda… están esperando esos momentos de guerra porque  no hay leyes. El mal no entiende de bandos, pero sí entiende de guerras. Y está de los dos lados siempre.

- En el libro aparecen con mucho detalle las fechorías que llevaban a cabo…

Soy peculiar escribiendo. Si a mí me dicen que cuando entraban a la cámara de gas les ponían una canción, yo me pregunto qué canción les ponían… Cuando estuve en el campo me explicaron como el jefe de los hornos, que era panadero, tenía una bañera para relajarse. En ese momento no caí, pero ya en el hotel me di cuenta de que este hombre había pasado de calentar pan a calentar…

- Una mujer, Krwawa Brygida fue una de las oficiales alemanas más despiadadas…

Es una cosa que me sorprendió, las mujeres, que nunca se habla de ellas. Las guardias de los campos eran terriblemente crueles.

- ¿Y cómo acaba un asturiano siendo la mano derecha de un SS?

Las casualidades, el destino… Benigno, que era hijo único, le tocó hacer la mili en Bilbao y el capitán pide ir voluntario, y cuando un capitán marchaba a algún lugar iba todo el remplazo. Era un paisano muy duro, aguantó el tirón y demostró que tenía mucha valía. De hecho, él salva al SS… tuve que documentarme si fue posible que el alemán y Benigno lucharan en la misma zona, fue un trabajo bastante complicado.

- ¿Qué fue lo mejor de escribir el libro?

Conocer a toda a esa gente, conocer a los que te cuentan lo que sufrieron y ver que la gente responde muy bien. Ver como se pone en contacto contigo gente que no esperas dándote las gracias.

- ¿Aprendimos algo de todo aquello?

No, y tenemos que cambiarlo. La frase que todo se vuelve a repetir hay que cambiarla. Los supervivientes siempre dicen que su sacrificio nos sirva de advertencia. Es como decir, esto es lo que hay, después vosotros veréis.

- ¿Cuáles van a ser tus próximos trabajos?

Tengo una novela juvenil sobre el camino primitivo que quiero sacar en breve, y otra sobre Haití, de la revolución negra.

 

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