Ibn Battuta, el más grande viajero medieval, partió en el año 1325 de su Tánger natal en peregrinación a La Meca. Cuando regresó al Magreb, veintinueve años más tarde, había visitado la mayor parte del mundo entonces conocido, atravesando una distancia tres veces superior a la que presuntamente recorrió Marco Polo. El resultado de su periplo fue un libro monumental: Regalo de curiosos sobre peregrinas cosas de ciudades y viajes maravillosos, más conocido como los Viajes o, en castellano, A través del Islam, también publicado en Alianza Editorial. Cautivado por la persona de este hombre rebosante de infatigable curiosidad, Tim Mackintosh-Smith, en la más pura tradición de los autores árabes de épocas lejanas, se propuso escribir una dhayl al libro de Ibn Battuta: una «cola» o continuación del escrito original, ilustrado por Martin Yeoman. Viajes con un tangerino sigue la primera etapa del periplo de Ibn Battuta, entre Tánger y Constantinopla. Entre los lugares visitados se hallan un recóndito caravasar en el desierto de Egipto, castillos de la secta de los Asesinos en Siria, las islas Kuria Muria al sur de la península Arábiga, las costas del Bósforo de Cimeria y algunas de las más grandes ciudades del islam medieval. Mackintosh-Smith viaja siguiendo tanto las huellas de Ibn Battuta como las notas al pie de su libro, desenterrando recuerdos del hombre y de su época: pasteles de leche de búfala, casas hechas con espinas de pescado, el plumier de un estudioso, un púlpito en Alepo, un minarete en Crimea, un grupo de derviches giróvagos y los descendientes de dinastías difuntas.