La vida cotidiana está plagada de falacias, de las que no se salvan
ni las noticias de hoy, que son la actualidad, ni las de ayer, que
constituyen la Historia.
Las biografías de los personajes más trascendentales están
salpicadas de leyendas, propaganda e imaginación con las
que se rellenan los huecos que deja el conocimiento.
Nuestros orígenes y devenir han sido manipulados por razones de
popularidad, de propaganda o, simplemente, de lucro económico.
En 1912, en Inglaterra, se presentó un cráneo que se definió
como ?el eslabón perdido? entre el hombre y el mono: la piedra
filosofal que resolvía el enigma de la evolución. Este ancestro
nuestro fue bautizado como ?El hombre de Piltdown?, y hasta
1936 no se descubrió que era simplemente la cabeza de un
orangután modificada para simular que era mucho más pariente
nuestro de lo que ya lo es.
La Historia es un organismo vivo que es atacado con mucha
frecuencia por el virus de la mentira.