Durante años Ari ha soñado con su vida universitaria y, aunque hubiera cosas que cambiaran, había siempre una constante. No importa cuánto dejara llevar su imaginación, siempre le llevaba al mismo lugar al final: a Chase. Para Ari, su futuro estaba claro, él era su futuro.
Hasta que un día todo cambió. Tras el accidente, Ari es una sombra de lo que fue, a la deriva y sin saber cómo salir a la superficie.
Dicen que el primer amor dura para toda la vida. Y eso es precisamente lo que le da miedo.