Memoria del último país que acaricia el astro al poniente, y que guarda el recuerdo en el granito duro en el que se sostiene el pasado de un pueblo que pierde su origen en la leyenda de lo antiguo, en la suavidad de lo femenino, lugar único donde se conservará siempre la raíz y savia de Galicia.
Iniciar la entrada en las comarcas costeras meridionales de Galicia por las grandes ciudades, como Pontevedra o Vigo, puede dar una idea de esta parte del país pero incompleta si no se recorren detenidamente las Rías, que caracterizan del modo más singular el paisaje humano y geológico de las tierras galaicas que se enfrentan al mar Atlántico.