La princesa Brunilda besó a la rana y ésta se convirtió en príncipe. Se casaron, fueron felices y comieron perdices. Pero cuando se ha sido rana durante tantos años, algunas costumbres resultan difíciles de olvidar.
Artículos relacionados
Esta web utiliza la cookie _ga propiedad de Google Analytics, persistente durante 2 años, para habilitar la función de
control de visitas únicas con el fin de facilitarle su navegación por el sitio web. Si continúa navegando consideramos que
está de acuerdo con su uso. Podrá revocar el consentimiento y obtener más información consultando nuestra Política de
cookies.Más información