Por fin, sus esfuerzos tenían recompensa: Mago Rosa había conseguido hacer una bolsa de cuero que se lo tragaba todo. Bastaba con decir: ¡OLETEMOC! (una palabra que, si se dice al revés, deja de ser mágica).
Después de muchos experimentos, el Mago Rosa encuentra una fórmula para satisfacer su avaricia ilimitada.
Este cuento demuestra que no hay enemigo pequeño: un simple árbol y un ave diminuta son capaces de desquiciar a un mago y hasta anular sus poderes.
Con un texto divertido y algo gamberro, Txabi Arnal presenta una original propuesta sobre un tema casi inherente a la condición humana y siempre de actualidad: los privilegios y el abuso de poder.