«¿Puedo ir a jugar a tu casa?». Esto es lo que a los siete años le dice Lucía, que acaba de perder a su madre, a Eva, una niña que disfruta de la típica familia de los años setenta.A partir de ese momento, las dos, muy diferentes pero unidas por un cariño a prueba de bombas, comparten la infancia, la adolescencia y la juventud, hasta que cumplen los cuarenta y sucede algo que da un giro radical a sus vidas. Raquel Martos ha escrito una historia agridulce como la vida misma. Un relato de dos niñas llenas de pasión que ríen y lloran juntas, que sueñan en estéreo con un futuro que no conciben la una sin la otra. La trayectoria de dos mujeres que van creciendo de la mano, experimentando juntas las decepciones, las conquistas y las pérdidas, viviendo la una para la otra, la una por la otra.
??Esta historia, que no es de princesas, comienza en aquella España setentera con dos cadenas de televisión, casi siempre en blanco y negro. Esa época en la que para vivir una aventura sólo había que bajar a la calle con el bocadillo.En aquel tiempo tan lejano y no siempre tan feliz, Lucía, con el pelo a trasquilones, y Eva, a la que le encanta comerse crudas las judías verdes, tienen siete años y están forjando una amistad inquebrantable.Más de treinta años después, Lucía es una implacable directora de recursos humanos que no sabe enamorarse. Eva, al borde de los cuarenta, es una actriz retirada que está hechizada por su hija Lola y atrapada en un matrimonio roto.Lucía no puede imaginar que Eva le va a pedir el favor más importante de su vida.