En La vida a ratos el lector es tan protagonista como el narrador,  porque descubre en secreto un relato que, en la ficción, no ha sido  creado para ser conocido por nadie más que aquel que lo escribe. Es el diario de más de tres años de vida de un personaje -curiosamente  también llamado Juan José Millás-, que se muestra tan libre, tan neurótico, y divertido, e irónico e hipocondriaco como solo nos  mostramos cuando nadie nos ve. 
Las visitas a la psicoanalista, el taller  de escritura, los paseos por una ciudad que no deja de colocarle ante  situaciones sorpresivas, la familia, los amigos... Todo es normal, todo  parece anodino hasta que, al volver una esquina de la realidad, aparece lo extraordinario, lo surrealista. Y nos deslumbra.