El poder no se otorga, se conquista, y, una vez que se posee, se oscurece. Muchos de los que ejercen el poder niegan tenerlo. Practican así una mano invisible que no tiene que ver con la que teorizó Adam Smith. Los poderosos ocultan su poder, lo disfrazan, pero se aferran a él. Quizá ésta sea una de las características del poder en el siglo XXI: dominio sin ostentación. Una inquietante pregunta planea a lo largo de las páginas de este libro: si la economía financiera ha sustituido al poder central, si el mercado global ha suplantado al poder tradicional de los Estados, ¿para qué votar, para qué participar dado que la política está predeterminada por unos poderes aleatorios -los mercados- que pueden llegar a eliminar la capacidad de soberanía de un país entero? Esta obra constituye una esclarecedora aproximación a la genealogía del poder en la era de la globalización. «He intentado describir los hechos y las técnicas del ejercicio del poder sin caer en la práctica del panfleto -señala Joaquín Estefanía en las páginas introductorias-. No me gusta el pensamiento binario, que tanto daño ha hecho al pensamiento progresista y que consiste en buscar una única razón para la angustia: colocar en un lado a los dominadores y sus cómplices, y en el otro a los dominados y sus intelectuales orgánicos con el fin de federar el descontento bajo una misma bandera. La experiencia nos permite disponer de numerosas pasarelas entre uno y otro campo: los oprimidos pueden convertirse en opresores, y muy a menudo lo hacen. Entonces aparecen las víctimas de las víctimas».