Una agradable excursión familiar se transforma en tragedia cuando Missy, la hija pequeña de Mack, desaparece. Ante la evidencia del asesinato de la niña, el padre reaccionará rebelándose frente a Dios, ante lo que considera una radical injusticia. Transcurridos tres años, Mack recibe una extraña carta, firmada por Dios, que le conmina a reunirse con él en el lugar donde la niña murió. A pesar de lo aparentemente absurdo de la situación, acude a la cita y tiene un peculiar encuentro con un hombre y dos mujeres, personificaciones de Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo. Tras permanecer un tiempo en su compañía y exponer su indignación y sus dudas, la reflexión de Mack acerca de lo ocurrido cambia por completo; acaba perdonando al asesino de su hija y asumiendo serenamente el designio divino. Dios le muestra el lugar donde se encuentra el cuerpo de Missy, lo que permite a la policía descubrir al asesino.