Mar del Japón, principios de otoño de 1948. Una buscadora de perlas japonesa de diecinueve años descubre que está enferma de lepra. A pesar de la existencia de un nuevo tratamiento que bloquea el desarrollo de la enfermedad, la ignorancia y los viejos tabúes fuerzan su reclusión en la leprosería de la isla de Nagashima, donde recibe la orden de olvidar su pasado, renunciar a su futuro y borrar su nombre del registro familiar.
Como compañera y cuidadora de los pacientes más débiles, tendrá que enfrentarse a su propia desesperación para sobrevivir a este exilio forzado y a la pérdida de todo su mundo. Sin embargo, gracias a su amor por el mar y por las personas que conoce en su encierro -un escritor, un pintor, un jardinero, una narradora de cuentos-, logrará adquirir un conocimiento más profundo de su verdadera naturaleza y reunirá el valor necesario para reclamar su libertad y hacer que se preserve su dignidad.
La buscadora de perlas relata una historia conmovedora, dura y sensible al tiempo, y profundamente humana. Un canto a los sentimientos más puros: la solidaridad y la amistad.