El protagonista de esta novela es un escritor que se ha pasado la vida espiando a todo el mundo: a su padre, que hablaba con las ratas y las voces del subsuelo; a su abuelo, que al final de sus días fue un redomado voyeur; a los vecinos del barrio, pero también a Salvador Dalí o a Graham Greene, en una nueva demostración de las relaciones endogámicas entre espionaje y literatura.