Patricia Highsmith destaca por la combinación de tramas insólitas con el estudio psicológico de sus personajes. Ese dulce mal se centra en la figura de David Kelsey, químico de una empresa textil, admirado y respetado, pero cuya secreta obsesión y la angustia ineludible creada por «la situación» le precipitan irremediablemente a la violencia y a la destrucción final.