Un rey enjauló mi cuerpo. Otro ha enjaulado mi mente.
La guerra ha estallado entre Annwyn y Orea, aunque esa no es la única batalla que se libra. Hay una lucha dentro de mí, y estoy decidida a ganarla, por mucho que intenten dejarme vacía.
Sin embargo, han olvidado una cosa: la fuerza ancestral del vínculo entre dos seres predestinados. Uno nunca puede perderse de verdad cuando dos almas ya están unidas.
Slade y yo estamos conectados por algo más que la magia del destino, y siempre nos encontraremos. En cualquier vida.
El rey feérico está tratando de destruirme: mi legado, mi memoria... Pero de lo que no se ha dado cuenta es de esto: el oro se dobla, pero la piedra se rompe.
Y un jilguero jamás cae. Vuela.