Arrancado de su entorno, todo hombre empieza a sufrir, pero el desarraigamiento también puede ser una experiencia agradable. Si el hombre desarraigado, supera el resentimiento nacido de la hostilidad, descubrirá la curiosidad y practicará la tolerancia. Su presencia en este nuevo entorno ejercerá a su vez un efecto de desarraigo: desconcertará por su conducta y sus ideas, primer paso obligado para el descubrimiento de sí mismo.