Un niño nos describe cómo es su día a día junto a su familia. Y lo hace diferenciándose de un muñeco de nieve al que, seguramente, lo
comparan con frecuencia por llamarse Olaf. Pero nuestro Olaf es todo lo contrario a un pedazo de hielo: alegre, juguetón, tierno,
educado... Adorable en definitiva.