No todas las representaciones escritas recogidas en este volumen corresponden, en rigor, a la definición estricta de onomatopeya, por lo que es obligado señalar que en este libro hemos decidido seguir un criterio laxo, favoreciendo la inclusión sobre la exclusión y apropiándonos no sólo de las onomatopeyas puras, sino también de sus frondosos «entornos». Así, bastantes sustantivos y verbos ingleses que no ofrecen similitud acústica con el fenómeno sonoro designado se utilizan «a modo» de onomatopeyas, cuando en realidad son indicadores semánticos de una función.
A todo ello hay que añadir que el vistoso protagonismo plástico de muchas onomatopeyas, dominando por su tamaño espectacular la mayor parte del espacio de una viñeta, evacuó la posibilidad de borrarlas en las versiones traducidas a otros idiomas -a diferencia de la traducción de los diálogos inscritos en globos-, lo que exportó sus modalidades filológicas a otras culturas lingüísticas. De modo que se asistió a un fenómeno de exportación y universalización de las onomatopeyas, tanto
como a fenómenos de acomodación local o de hibridación ortográfica y fonética.
De esa inmensa riqueza, tanto plástica como semiótica, se han nutrido las páginas de este libro.