El deporte ha sido tema literario de todos los tiempos, desde los juegos fúnebres de Patroclo en la Ilíada, pasando por los torneos del Cantar de Mío Cid, a la obra de autores contemporáneos de todo el mundo. En El deporte en la literatura se cuenta como esta ha narrado la evolución del deporte desde Grecia y Roma a nuestros días, en una sociedad profundamente deportivizada. A veces el riquísimo lenguaje del deporte sirve como término de comparación para la literatura, y otras es el argumento conductor de una obra.
No hay una única acepción del deporte, sino que son variadas y hasta opuestas en ocasiones: el deporte ha sido instrumentalizado políticamente por algunos regímenes; algunos lo sienten como una religión; para otros es sólo ejercicio físico que a veces se convierte en obsesivo; otros consideran su práctica secundaria y viven el espectáculo con pasión y hasta con fanatismo. En fin, puede ser un negocio y hasta un arte. El deporte es también poesía y lo es desde el cantor de los Juegos Olímpicos de Grecia, Píndaro, hasta Alberti, Celaya o Luis Alberto de Cuenca.