La lectura de estas páginas nos puede sacar de du-das  al  respecto.  Lo  que  el  antiguo  ministro  de  Ha-cienda le dictara a su secretaria, mucho después, en 
1945.  Descubre  de  tal  manera  su  pensamiento  ínti-mo  que  seguramente  el  prócer  británico  juzgó  más 
conveniente que estas memorias nunca viesen la luz. 
Una crónica de aquellos meses de 1925 reveladora 
hasta trascender las peripecias económicas y bucear 
en  las  entrañas  ideológicas  y  sentimentales?  Un 
Churchill inédito, desconocido del gran público y, sin 
embargo, permaneciendo siempre él mismo.
Alguien ha dicho que el personaje de Vera Cade, con-desa viuda de Borne, que sirve de contrapunto, como 
?conciencia viva? al político británico, es un personaje 
antológico? Otros, que es ficticio. Pero esa es una 
duda que sólo puede resolverse leyendo estas pági-nas de Decisiones Responsables.
A través de ellas, como mínimo, podrá efectuarse un 
viaje apasionante a un pasado que, todavía, casi un 
siglo más tarde, llena de nostalgia a quienes somos 
capaces de reconocerlo. Un pasado con muchas co-sas dignas e indignas de recuerdo: Siempre lección 
viva para cuantos aspiramos a conocer el presente.