Cuero negro. Labios carmín. Amas y esclavos. Sexo y humillación. Éstas son las imágenes que la palabra «dómina» sugería en la imaginación de Lara Sterling antes de que ella misma se atreviera a blandir el látigo. A Lara Sterling nunca se le pasó por la cabeza que alguna vez Ilegaría a dedicarse a ello profesionalmente. No, ella fue la típica «niña buena» que se licenció en la universidad y estaba destinada a encontrar un trabajo respetable.
Pero Lara Sterling no quería ser una más. Empezó a trabajar en Hustler, la famosa revista porno de Larry Flint, y cuando se le presentó la ocasión no vaciló en convertirse en una «reina del sexo» con toda una recua de clientes dispuestos a pagar grandes sumas para ser maltratados por ella. Como dómina profesional en Hollywood, el mundo de Lara Sterling pronto se transformó en un torbellino de fiestas y nuevas experiencias sexuales, hasta que, cansada del mundo que la rodeaba, decidió trasladarse a España.
Confesiones de una dómina cambiará sin duda la idea que hasta ahora habíamos tenido sobre la industria del sexo y el mundo del sadomasoquismo.