"Los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios". ¿Cuáles son las inspiraciones que rigen nuestras vidas? ¿Proceden de Dios? ¿Son el lenguaje del Espíritu? ¿O, por el contrario, son voces penetrantes, seductoras, que quieren arrastrarnos hacia alguna fantasía para embotar nuestras fuerzas vitales, que deberían estar únicamente al servicio del Reino?
Como nos dice Santiago al Principio de su Carta, ¡con demasiada frecuencia nos parecemos al "hombre de alma dividida, incostante en todos sus caminos"!.
El recogimiento de un retiro en silencio y oración, los consejos de un amigo en el Señor al que nos dirigimos, suelen ser el primer apoyo en nuestro esfuerzo por ver claro en nosotros mismos: se trata de seguir ejercitándose en el "discernimiento" de las mociones espirituales, no para complacerse o inquietarse en un trabajo de análisis psicológico, sino para sometarse, confiada e inteligentemente, a la acción de Dios, que viene a separar en nosotros la luz de las tinieblas.
Son muchos los aspectos implicados en el proceso de conocer y cumplir la voluntad de Dios. En estas páginas se exponen algunos de los más decisivos, cuyo conocimiento y puesta en práctica nos ayudarán a actuar más libremente y a vivir cada vez más en la luz: "El que camina en tinieblas no sabe a dónde va... El que obra la verdad va a la luz".