Decir Corsario, en esta tierra, es decir más de cuarenta veces dignidad. Decir Teatro Corsario es redundar en la idea de que, así que pasen cuatro décadas más, siempre tendremos algo de qué estar orgullosos. Y por qué no decirlo, con palabras y a la cara. Por qué no construir, entre todos, el relato de sus andanzas con gratitud y admiración. Esta es la historia de unos valientes, este es nuestro homenaje a ellos y ellas, en forma de libro.
Este libro es un puzle. Mucho más que cuarenta piezas ensamblando su memoria. Este libro es un cadáver exquisito. Bastante más que un collage colectivo hecho a ciegas. Cuarenta y pico inteligencias, nada artificiales, saliendo a escena. Ochenta manos pensando en compañía.
Este libro es un teatro y nosotros sus actores, como diría Wallace Stevens. Mucho más que cuarenta personajes en busca de autor.
Un puñado de Corsarios, nada menos.