La infancia es la etapa del inicio del descubrimiento y la exploración de uno mismo. Su “obsesión” por la escatología tiene mucho que ver con la etapa del control de esfínteres. Sin entrar en divagaciones sobre Sigmund Freud, señalar que le puso el nombre de 'Fase anal’ a esta etapa (entre los dos y los cinco años) en su elaboración de la teoría del desarrollo psicosexual. “Cuando la habilidad de controlar el esfínter madura, la atención del niño o la niña pasa de la zona oral a la anal”. Empiezan a ser conscientes de una función de su cuerpo, hasta ahora desconocida.
- No digas esas cosas…
Precisamente cuando lo dicen, pasa algo, hay una respuesta inminente, alguien se ríe o alguien se enfada, pero consiguen una atención extra y ese comportamiento se ve reforzado.
Es una batalla perdida (enfadarnos seguramente les hará reírse más, lo vimos en “El príncipe destronado” de Delibes) y totalmente innecesaria; estamos ante una etapa con principio y fin. No olvidemos que también en esta fase nace su sentido del humor (un catalizador muy infravalorado en la educación y crianza que ayuda, sin duda, a sentar las bases para una visión optimista de la vida, que a su vez nos ayudará a gestionar la frustración). ¡Así que ríanse!... ¡Caca!
Julieta Pedorreta (de Alicia Acosta, ilustrado por Alicia Más y editado por NubeOcho) es un buen ejemplo de lo que acabo de exponer, nos encontramos ante una historia de PEDOS (en mayúsculas), y por supuesto, RISOTADAS, pero con POSO, y es que camuflado entre jijis y jajas y unas ilustraciones súper llamativas en tonos vintage, hay un mensaje esencial: No podemos juzgar sin conocer, debemos valorar a las personas por cómo son (no por sus capacidades o discapacidades) y también hay que intentar siempre buscar la parte positiva en las situaciones que nos plantea la vida.
… Y recuerda, ¡quien primero lo huele, debajo del culo lo tiene!
Paula Huelga (Librería La Pilarica).