En nuestro mundo cada vez más secular, los textos sagrados se consideran, en el mejor de los casos, irrelevantes y, en el peor, una excusa para incitar a la violencia, el odio y la división. Entonces, ¿qué valor, si es que tiene alguno, puede tener la escritura para nosotros hoy? Y si nuestro mundo ya no parece compatible con las Escrituras, ¿es quizás porque su propósito original se ha perdido?
Armstrong argumenta que, solo redescubriendo un compromiso abierto con sus textos sagrados, las religiones del mundo podrán reducir la arrogancia, la intolerancia y la violencia.