Muchos ven en Olympia Binewski un monstruo: es enana, albina, jorobada. Sin embargo, nada hay menos monstruoso que amar.
Y Olympia ama a Al y Lil, porque diseñaron cada una de sus malformaciones. Ama a Chick, su hermano pequeño, por su bondad infinita y su ingenuidad sin mácula. Ama a Elly y a Iphy, las siamesas, las más bellas y virtuosas pianistas. Ama a Arturo, el chico que nació con aletas allí donde debiera tener extremidades, más que a nadie en este mundo. Ama a Miranda, pese a que ésta no sabe que salió de su vientre. Tanto la ama que la seguirá allá donde vaya para que nada le falte. Ama a la señora Lick aunque sabe que no debe, pese a que esta invierte su fortuna en corregir a los monstruos como ella.
Los ama tanto que haría lo que fuese por protegerlos. Y a aquellos que la llaman monstruo, que la saltan con la mirada o le disparan atrincherados en aparcamientos, a esos también podría aprender a amarlos.
Un libro lleno de amor aunque terrorífico, que sacudió el panorama literario y se erigió novela de culto. La favorita de Kurt Cobain, Tim Burton y Douglas Coupland.